martes, 18 de septiembre de 2012

Confesión de último minuto.


He pensado seriamente en dejar los seudónimos. Este año me ha dado un descaro increíble, a punta de porrazos que me he dado contra el piso; ya pocas cosas me dan vergüenza o culpa. Mi amante es testigo, y su novia también pero ella no sabe.

Mi nombre no es Cristina y mi apellido no es Linnet. Mi carnet dice otra cosa, muy distinta y con muchas letras “S”. Empecé con lo del nombrecito por que me daba miedo y vergüenza mostrar las cosas que escribía. Ya no. Ahora me importa un bledo si gustan o no, son lo que son, salen de mi boca, de mis ojos, mis oídos, mi cabeza, mis lunares y mis dedos; eso no las hace buenas ni malas, sólo son lo que son, y ya me da igual la clasificación. Me puse Cristina por mi madre –a quién amo- con quien soy apegada desde pequeña. Ella trabajaba en transporte escolar, y cuentan que manejó hasta días antes de parirme, por eso dicen que soy tan buena para recorrer calles y hablar con desconocidos. Su mamá también se llamaba Cristina, y tengo una hermana que también tiene ese nombre, pero nunca la hemos llamado así, de hecho fue después de apodarme que recordé que mi hermana lo tomó primero. Linnet me puse por un juego fonético sobre el apellido que debiese haber tenido en realidad, Caminer, o algo así, por que el padre de mi padre –No mi abuelo, sino el padre de mi padre- se cambió el apellido en un arranque despatriado y seguramente borracho, dejándonos algo no muy bonito pero tampoco molesto a todos los que le seguimos. Él dejó muy poco; ni recuerdos, ni concejos, sólo un mal gen y este apellido que sale en mi carnet. Desde niña soñé con encontrar algún rastro sobre él, era como un fantasma que se me aparecía en sueños, hasta que a mi hermana le diagnosticaron una enfermedad mortal heredada de su parte, momento desde el que sólo espero que se pudra en la fosa donde se encuentre.

Empecé a escribir por que era la única manera que encontraba de ser completa y absolutamente franca o absoluta y completamente mentirosa, sin que nadie me jodiera por ello. Cuando era una adolecente rabiosa –todos los adolecentes son rabiosos- tenía un cuaderno negro donde escribía andanzas y pegaba dibujos, lo tuve hasta que lo pilló mi madre y me batió a cachetadas al leer sobre unos besos, diablitos, y tragos demás.  Desde ahí a pesar de mi ortografía y mi redacción de colegio público, no paré hasta hoy, donde ya no me importan tantas cosas que en el pasado cargaba, donde elegí la autenticidad a la diplomacia, donde voté por el destierro sin que nadie me echara.  A ratos me parece una trampa que sola he ido armando y en la que sola me estoy lanzando. Sinceramente no sé a que se deba este ataque de brutalidad con viseras que me dio, pero ya no me importa que sepan que el miedo se me quitó, y que mi mate favorito viene luego de un orgasmo. 





No me insultes.



No me vuelvas a decir que vivo en mis fantasías ni que soy una niña que no crece. La gente muere, el tiempo pasa, y el amor termina. ¿Qué más real que eso? El resto es un amasijo  de cosas con que juego para hacer más llevadera la espera.

martes, 5 de junio de 2012

De la sonrisa que llevo puesta


No entiendo a la pelá, ni a el pulento, ni ningún sacramento.
Ando de ave desteñida que perdió colores y se quebró las alas
Sólo sé que tengo un vacío que me cala aquí en medio del pecho
 donde entre las costillas hay un bolsón agujereado
 que la médula de mis huesos parece estar cubierta de pena
 que tirito sin frío
 y siento que caigo como las hojas que desde el piso miro.

Guardo tan pocas certezas en mis bolsillos
 que además de las llaves de un lugar que llaman casa
 sólo sé que daría mi vida por que a quienes amo la mala racha se les alejara con asco de tocarlos
que sería capaz de rogar incluso a la tristeza por que suelte a esos rehenes
que hay días nublados y primeros de junio,
que si tan sólo supiera como salvar una vida quizás las cosas serían diferentes.
 Al parecer no aprendo de mis muertos;
pero tampoco quiero seguir ensayando con la vida.

En este poco tiempo en que mi sístole y diástole discuten
 he aprendido que hay viajes sin retorno
–y no hablo sólo de los muertos, sino de a los que nos dejaron vivos-
que la soledad es una maleta cargada de ahogos
que ser valiente no sirve de nada si solamente se tropezará con cobardías
que las horas son traidoras cuentas regresivas que nos quieren hacer creer que avanzan
que siendo extranjera despatriada vivo en una ciudad que parece sembrar las nostalgias
que me rio, pero llevo la sonrisa de los tristes y ando muerta de la risa.

lunes, 4 de junio de 2012

Renuncio



Mediante la presenta carta vengo ante tus enojos y reproches presentes a entregar de manera formal mi carta de renuncia; una renuncia tajante y adolorida, una renuncia convencida por el abandono:

Renuncio a la desidia, a esperar para nada, a tus egoístas minutos mal organizados y sobrevalorados. Renuncio por que necesito hacerlo, y peleé, prometo que peleé por no hacerlo. Pero estaba sola esperando en una cama cada vez con más frío, cada vez con más pena, con un ardor que aún mantengo, pero que desde hoy sólo va a la baja. Renuncio por que no puedo ya hacer otra cosa, por que hay gente esperándome y yo no le fallaré, momentos que me piden ser cumplidos, y  porque  en este minuto en que necesitaba un abrazo, tu culpa sacó las garras. Porque creer en ti fue uno de mis errores , pero el peor fue seguir creyendo.

Tú no dejaras esa cama, ese rostro que te ve todas las mañas, ni esa rutina que te ahoga pero te cobija, y yo ya no puedo intentar estar en ella. Lamento informar que es probable –y sin mucho querer-  que desde ahora te queme tal como lo que se quiere y no se tiene; te voy a envenenar lento y largo; te voy a doler siempre, como una espina a medio sacar, por que tu lo pediste y quisiste, por que nunca te atreverás a hacer más, ni irás a botar el listón de mi sostén con tu boca para mirar lo que tanto te gusta mirar de nosotros, y es justamente eso, lo que te va a pasar la cuenta.

Yo estoy harta de ser la valiente que se tropieza a cada rato con tus pavores. Yo quiero decirte adiós, y es definitivo, tajante como sólo los decepcionados pueden pronunciar las palabras. Pero no he dejado de tener sed, desde que supe que podías darme agua.

No he mentido ni un poco en esta burla a los versos, no he ofendido a nadie con mucha intensión, sigo queriendo a tus besos recorriendo -no lo negaré-, pero estoy tranquila por que yo sí me atrevería, por que te dije que quería, por que te llevaría a un piso 6 cada martes de tarde, y porque ardo, pero sé que voy a dejar de arder.He perdido, lo admito, con dolor lo admito, -aunque yo sea también una perdida definitiva e tu sacada de cuentas- pero esta sed, esta ansiedad va a pasar, por que fui y soy aguerrida, va a terminar porque hice todo lo que pude para quedarme en silencio a tu lado. En cambio lo tuyo recién empieza, estás ahí deseando lo que te desea, pero la culpa hace de tus pies cemento: Vas a quedar inválido de amor por castigarme con tu cobardía; y nuca saciarás tu hambre, por que yo voy a estar saciando la mía.

A pesar de todo, quisiera escribirte algo bonito, algo simple pero dulce, quisiera no tener esta sensación de no dejarte pasar, y sólo desearte bien, no encontrar las huellas de todo esto que dejaste a medio andar, de esta cojera que ya no haya equilibro. Pero no sé como empezar, ni si me quisieras recibir. No quiero darte un reproche, no quiero gritarte, ni detestarte, intentaré que así sea, pero yo que cuido el cumplimiento de cada palabra que sale de mi boca, no puedo decir que te he perdonado. Otro beso para mi sería perfecto, pero sé que su sabor ya me sería amargo. Quiero que estés a mi lado, y no al lado de tus culpas, quiero que me beses a mi y no a quien los años te acostumbraron. Cuando comencé a ser esa otra, creí que era más fácil. Pero cuando supe que en tu ecuación soy la letra que sobra, cuando vi que mi sal no tiene vueltas, cuando te vi aterrado con tus moralidades cristianas, fue cuando decidí que mi renuncia era necesaria y urgente. No te preocupes, que lo bueno es que de ti ya no espero nada y que ya asumí –sin anestesia- que no soy apta para el cargo.

¿Qué se siente estar siendo olvidado?

lunes, 30 de abril de 2012

Affair con una rata.

Ratas de mierda. Odio como suena su correr desesperado por la noche. Odio como suenan sus pasos afilados en el techo. 
Ratas de mierda. De noche grises, de cola anillada y peluda, con ojos insípidos; De día de cuello y corbata, zalameras, zapatos lustrados, y ojos perdidos. No te imaginas cuanto las odio, y cuantas noches llevo sin poder dormir en esta casa vieja, por que corren de aquí para allá, escarban, y chillan. La noche de anteayer maté a una de ellas, y creo que a ninguna de las demás le importó; le reventé la cabeza de un botellazo, y la muy asquerosa no hizo más que reventar y caer. La casera se queja cuando golpeo el techo por las noches:  “Daña la propiedad..”  - me dice-  pero nadie responde por todas las horas que he perdido de sueño.

 Puede que como castigo, o puede que como coincidencia,  pero una vez me enamoré de una rata; sí, de una rata. Era una relación extraña,  yo la miraba con ternura, y ella se escabullía por cualquier lado; yo acariciaba su pelo, y ella me trataba de morder; ella me hablaba de otras ratas, y yo sentía asco; ella chillaba cuando yo le ponía mi pene, y a mi me dolían los oídos; a mi algo me encantabade sus dientes, a ella de mi no le gustaba nada; yo odiaba sus costumbres de rata y ella corría demasiado rápido aún sabiendo que la iba a alcanzar. En realidad sabia que no iba a funcionar, por que como dije: Yo odio las ratas


domingo, 22 de abril de 2012

1/2


Tengo demaciadas cosas a medias en mi vida: Discos a medio escuchar, copas a medio beber, libros a medio leer, conversaciones y relaciones que nunca supe supe si quedaron a medio terminar o a medio empezar.

Soy una mujer a medias.
 A la mitad de la vida, a la mitad de estatura, a la mitad de un vaso de agua, y que no logra escribir a medias tintas; y fumo medio cigarro para quedar pareja, aunque prometí hace medio año que lo había dejado.


Es mucho más simple llegar que estar siempre apunto de venir...


Quiero esconderme en tu pecho
como si en esta historia tú fueras un gran valiente.
Contenerme en tus brazos
 para excederme con ellos cuando me saquen la ropa.

 Que ya no me castigues más con el látigo de tu cobardía;
 piel de canela y sabor a caramelo.

 Hombre sin tiempo y demasiados relojes: 
 No quiero horas, sino que todo esto
 no necesito una promesa eterna,

 ni fiestas, ni aniversarios, ni 14-02;

 sólo  pido ser suficiente para que tus miedos se hagan pequeños

 para que te atrevas a mentir
por que siquiera te estoy pidiendo que rompas tu nido
 ¿entiendes?
sólo que no hagas eso conmigo. 

 Que dejes que intervenga este impulso
 esta piedra de río
 esta letra que sobra en tus discursos oficiales
 esta mujer simple
 que simplemente quiere morder un poco tu vida.
 Nada más que eso.

 No pido ni castillos, ni cumpleaños, ni viajes
 ni meses, ni perro, ni casa, ni vestido, ni primeras personas plurales salir de tu boca.
 Sólo quiero tu piel con la mía
 en un ying yang perfecto
 tus ojos negros clavados en los míos
 tus manos caminando libre por mi cuerpo
 mi boca navegando libre por el tuyo.

 También quiero dejarte
 a ti y a las contradicciones
 y no pedir nada más de esto
 pero como no he podido
 sólo disparo sin arrepentimientos:
 Brutal, como el mar

sin miedo, como el condenado a capital.  



 No estoy maquillando un “ultimo”
 un “gran”, ni un “por favor”
 sólo digo que tengo sed en la mitad de un lago.
 Sólo sé que te estás provocando un hueco en el estómago que no se atiborra con comida.
Sólo creo que todo tiene solución.


Esto es mucho más simple de lo que está pasando...

 –Pensé, una mañana en que desperté ardiendo y no quedó más que tocarme-




domingo, 15 de abril de 2012

Carta a un casi abuelo que huyó.

Soy un rompecabezas sin algunas piezas: No conocí a ninguno de mis abuelos, ni a más de la mitad de mis pocos tíos.

No tengo abuelos, aunque mis padres sí tengan padres. Mi madre tuvo un padre y una madre; mi padre tuvo un padre que huyo en cuanto el nació dejando a su madre perdida en las cuatro paredes de su casa. De él no sé absolutamente nada, de él no se habla en esta casa, sólo vi por casualidad de la vida en una foto, y el parecido que teníamos en los ojos me hizo creer que incluso le podría haber tenido afecto. Siempre quise encontrar al padre de mi padre.

Hoy con la impotencia del diagnóstico inevitable de mi hermana mayor, yo quiero encontrar al padre de mi padre, a ese muerto -quizás en dónde, quizás de qué-, y gritarle que lo único que nos dejó fue un apellido poco agraciado, las heridas del niño que fue mi padre, y la enfermedad de mi hermana. Necesito contarle que la única persona de su descendencia accidentada que no lo repelía a pesar de sus cobardías, ahora lo odia. Por eso le escribo; por que si los fantasmas existen yo ahora estoy penando a uno. Antes quería encontrarte para saber el pasado de mi pasado, entender razones, y matar la curiosidad de un hombre que no existió en mi vida más que como una sombra tabú en la mesa de los domingos; ahora sólo quiero encontrar tu tumba para gritarte a la calaca tu maldita ausencia ruidosa, quiero condenarte por los males de quienes amo. Quiero volver a matarte por herir mi presente, por no existir en mi vida más que para anunciar la muerte. Quiero devolverte estos ojos tristes e incompletos que me heredaste, cerrar el trato, y que le devuelvas la salud a mi hermana; lo demás puedes llevártelo contigo y a ti con ello.

sábado, 18 de febrero de 2012

Matías.

Cuando niña jugaba con los pololos en primavera. Esos insectos más grandes que las chinitas, naranjos con manchas negras. Los ponía en frascos de mermelada, donde ponía pasto, flores, y una tapa con agujeros. Pero siempre los terminaba dejando en libertad en el jardín. Siempre los terminaba devolviendo a los árboles.


Peor suerte tenían los que agarraba la Yoly, -quien hoy es una veterinaria obsesiva-. Ella sin una mala intensión, los ponía en frascos más grandes o en cajas de zapatos, en las que también ponía flores y pasto, después de eso, siempre planeaba tener muchos más, entonces trataba de que los pobres bicharracos se aparearan. Ponía uno abajo del otro y apretaba al de arriba con los dedos, generalmente con resultado de muerte. Muerte trágica para uno o ambos bicharracos sometidos a la “inseminación artificiosa” de la Yoly. Aún así cuando veía uno de estos bichos muy grande, decía que era una embarazada. Sobra decir que a los pocos días esa caja era un cementerio, y que nunca vimos parir un solo pololo.



Hoy probablemente seguimos siendo niñas completamente distintas, pero cada vez que miro las flores amarillas de los paltos recuerdo –en la medida que permite mi mala memoria- esos días con mi amiga querida, y a veces otras cosas. Las tardes como esta son una de esas.


La fecha en que al fin me separé de René, se me vino el mundo encima. Después de siete años de relación, enterarme que me engañaba a hace un par con una mocosa por lo menos diez años menos que él, y peor aún, que no terminaba ni se ponía los pantalones para “no hacerme daño” fue un golpe a lo menos ruin. Juntos pensábamos hacer tantas cosas… íbamos a tener una hija preciosa, quien seguramente iba a tener sus bucles negros, y mis ojos grandes color café claro. Él dijo que estaría conmigo siempre, y ya van dos años de las últimas malas noticias que recibí del.


Sin lugar a dudas se arrepintió cuando ella se desapareció de un día para otro con la excusa de “no hacerle daño”. Cuando llegó derretido en perdones, yo ya había sobrevivido sin René. Pasé la muerte de mi padre, que me costó mucho asumir; dos cambios de trabajo; un par de aventuras; y otro de fracasos. Mi último problema de agenda eran las penas de amor de mi ex, que culpaba al destino de su propia cobardía. A otro perro con ese hueso –pensé-, antes, preferí ir a San Hermes, mi tierra natal, a ver a mi hermana y a mi tía, a quienes –siendo franca- dejé de ver por el ritmo maldito del que nos enorgullecemos los citadinos.

Cuando llegué a San Hermes los días estaban soleados, pero no ese sol agresivo de la ciudad, sino uno que entibia lo justo y necesario. Estaba todo tal cual como la última vez que vine, ni un palto más ni un palto menos, ni un río más ni un río menos, eso sí había un par de vecinos nuevos, los cuales se adaptaron tan bien, que parecía que hubieran estado desde antes escondidos en las viejas casas y que recién ahora salieron a tomar el aire.

Mi hermana menor, cuando me vio una tarde que la llevé a comprarse un vestido nuevo, con su franqueza de siempre, me dijo sin anestesia, que parece que en vez de torta de cumpleaños me había pasado un camión por encima. Me veía agotada y algo melancólica, más aún para una ingenua de veintidós años, que cree que nunca querrá escapar de esta tierra. Ahí a todo sol, y en media callejuela, le agarré los hombros, y le dije en todos los tonos, y todas las maneras posibles, que no se enamorara. Pero era como si viera mis propios ojos de aquellos tiempos, creyendo que mis planes se cumplirían al pie de la letra sólo por que así lo había decidido una tarde de caminata: Irme del país, estudiar, enamorarme, y ser madre. A la semana me fui, prometiéndo que iría más seguido. Cuando volví a los ocho meses, mi hermana me confesó llorando que los vecinos se habían ido, que un tal “El”, nunca más la había llamado, y que tenía un atraso de ya cinco semanas. Supe con mucha pena, que ella había entendido nuestra conversación de esa callejuela, y que la entendió mucho mejor de lo que yo pronunciaba esas palabras. Tanto es así que a pesar de que no abortó, no ha querido saber del niño, siquiera mirarlo, y hace como si esos nueve meses simplemente nunca hubieran sucedido.


Miro las flores de los paltos y recuerdo… “Cuando niña jugaba con los pololos en primavera. Esos insectos más grandes que las chinitas, naranjos con manchas negras. Los ponía en frascos de mermelada, donde ponía pasto, flores, y una tapa con agujeros. Pero siempre los terminaba dejando en libertad en el jardín. Siempre los terminaba devolviendo a los árboles.”


Mientras mi hijo Matías, agarra mi falda con sus pequeñas manos sucias, viendo que cerca hay un perro. Sabe que lo voy a proteger por que soy su madre y lo amo, así que podremos seguir tomando el helado bajo este gran palto, y bajo cualquier árbol que se nos ocurra. Y aunque tiene el pelo rubio y tieso como los chincoles, sí tiene mis ojos grandes y café claro. Bueno, los mismos ojos grandes y café claro que tenemos mi hermana y yo.

Buzón de voz II

Ring, ring…

Y mis soledades se hacen realidad,

tangibles y agotadoras como escalas de caracola.

Ring, ring…

Y tus aullidos no llegan a la luna,

pero rebotan en mi cabeza, dan vueltas y vueltas, hasta que grito y corto.

Sigue sonando el teléfono…

y me dan ganas de lanzar el pañuelo blanco,

rendir mi facha de estatua indómita a todos excepto a las aves,

y dejarme llevar en esta esquizofrenia que ha llegado a parecer tu odio.

Eso que tu llamas amor.

Después tomo aire, y recuerdo que las arañas simplemente no saben hablar por teléfono.

que cuando corto nerviosa, estoy al menos tres años más joven, y que me están esperando, no se quién, ni cómo, no sé si mi familia, un amigo, o un amor pasajero, y te prometo, te prometo estar mejor que ayer.

Ring, ring…

y te ruego que pares de llamar.

Me basta y sobra con aprender a esperar…

Silencio Rojo

Mire señor esclavo de su reloj, hoy le confiesa este tiro al aire, este estropajo de minutos no planeados, que nunca más volverá a pisar aquel café donde el silencio se hizo rojo, donde su esclavitud chocó con mi caminar sin riel, y donde quise pegarle y me aguanté. Donde usted me araño la espalda y no se aguantó.

Mire señor esclavo de su reloj, usted me hizo sentir como un niño en una piscina vacía: Lleno de sed, lleno de calor, y sin agua. Tal vital elemento me fue negado, y usted estrujando las gotas de sus perdones, intentaba bajar un frescor.

Señor esclavo de su reloj, ¿se dio cuenta cómo caían en este domingo horrible los pétalos de los almendros? , no hay visión tan bella y tan tétrica en esta tierra, ¿La vio? ¿o ese también es un lujo para su prolija carrera?
Usted era un rehén alegre en su celda, perdone que lo haya venido a despertar con mi música, pero usted me detuvo en un beso, si no yo habría seguido bailando sin mirar atrás. ¿Ve que aquí no hay culpables? ¿O hay muchos?

Usted ya tiene su propia vigilia, y fíjese que soy torpe y llena de sueños, duermo sin pedir permiso, y le ruego que no se interponga en ello. Para mi hay tan pocas verdades como auroras boreales en el mundo, para mi el miedo es para mirarlo aunque me deje en silencio, y los relojes son para romperlos, por que no escuchan razones.

Señor esclavo de su reloj, no hagamos aquí como que se nos viene el mundo encima, ni yo soy un sediento, ni tu eres lluvia. Yo ya pasé por alud antes, donde palpé el abismo en mi nariz, ahora no me quiera hacer creer que este rocío es tormenta. Es sólo que, soy la mugre se estancó en tus ojitos negros, (esos que me miraron tanto y me buscaron lunares), la que contra de todo pronóstico se quería quedar a tu lado, la que calmaste diciendo que podríamos, que de alguna forma harías leso al tiempo, y despertó en una llamada apurada, en el chocolate con leche más acido que ha probado; con la claridad de que el no es simple, un monosílabo simple, que marca de forma tajante esta fe que te tengo.

Es momento de detenernos, antes de que alguien salga verdaderamente herido (no hablos de simples rasguños en una blanca espalda, sino de heridas de verdad). Parece que usted pertenece a la tierra, y yo no sé –ni quiero saber- a donde pertenezco.
De todas formas recuperé viejos vicios, (que a veces son buenos, a veces son malos), y soy frutilla envenenada para ti esclavo de la técnica y el horario. Eres un feliz esclavo, entonces, ¿ Por qué me pides libertad si no eres capaz de sostenerla?, ¿si es en tus paredes donde te sientes libre?

Lo volvería a intentar, y volvería a chocar contra tu pecho, es cosa de que me convenzas de que me equivoco. ¿Podrá lograrlo?
Aunque ya me veo con la boca triste, hablándote, y tu diciéndome que pareciese que te recito y no te hablo.

- Perdón yo pensé que nos estábamos entendiendo.

"Y las gotas de tiempo caen como una lluvia sin carácter,
abriendo mi boca al cielo, bebo el beso y las palabras,
yo no sé si sea capaz de resistir otro round tan pronto sobre esta lona,
quizás no soy el mejor oponente que pudiste encontrar,
-pienso- mientras sale el humo de mis labios,
como aquel antiguo humo con olor a tabaco que saló una vez, en algún lugar con otro rostro a mi lado.
Hace frío, y no sé si soy yo o sólo el invierno”

Hubiera sido lindo que habláramos la misma lengua, que esas insinuaciones torpes que le hacías a este algo delicado se hicieran verdad, que no las hubiera interrumpido, o que no las fuesen a interrumpir, pero mantenerme en esto sería como repetir el comienzo de un poema triste, de un poema que siquiera he terminado.

"Y las gotas de tiempo caen como una lluvia sin carácter,
abriendo mi boca al cielo, bebo el beso y las palabras,
yo no sé si sea capaz de resistir otro round tan pronto sobre esta lona,
quizás no soy el mejor oponente que pudiste encontrar,
-pienso- mientras sale el humo de mis labios,
como aquel antiguo humo con olor a tabaco que saló una vez, en algún lugar con otro rostro a mi lado.
Hace frío, y no sé si soy yo o sólo el infierno”

¿Entiendes que pudimos haber jugado a que casi era tuya?

Buzón de voz I

Ya casi dejé los tacones altos, en realidad ya dejé casi todo lo que es parecido a esta mentira de los tiempos que corren. Creo que ya uso de trapero la ropa con que mi mar me enamoró de ti. Hoy soy otra, a punta pinchazos en los dedos, de tanto que me costó aprender a coser mis propios retazos: … “Ya no eres la misma de la que me enamorè” Gracias a Dios, y te doy a elegír a ti el Dios que más te acomode, para que veas que no hay rencores. “Estas distante, como herida…” Gracias a ti, eso si que es nominativo y al portador.

625,fe

Leerte es como abrir una pequeña cajita musical.
Apoyo la cabeza, me empequeñezco, y pienso que no me aburriría escucharla por más de una
y otra vez
No sé cuanto tiempo tendría la melodía en mi boca,
¿veinte minutos?
¿Tres horas?
No te puedo responder.

Lo que sí sé, es que la tararearía con los labios juntos y la luz apagada.
Después recuerdo que para ello tendría que romper a la bailarina que habita en su interior
–Se de o no ella por enterada-
y mi terrible incapacidad para aplastar las latas de las calles cobra su parte.

Al final, todo se podría resumir en sed.
Al final, todo se puede resumir en una tarde soleada y la casualidad de un cuento.

Lo confieso: Tus mensajes me dejan cerca de la revolución.
Pero no sé si quiero que escribas en mi cuello
mientras aplasto un baile que cree ir del todo bien.
Mal negocio: ¿Cómo puedo destrozar la cajita, si yo siquiera sé bailar?

Quizás tu ya sepas como moverte sin que se trice
¿Quién me dice que no lo has hecho antes?
Pero yo soy una mujer torpe,
dentro de mi feminidad algo tosca y sin maquillaje
–como si fuera poco-
hay alguien que ahora teme a las cartas bomba,
a entregarse así, tal cual con el corratón en la mano a un hombre de alturas e incredulidades técnicas;. a un sediento por algo más que sexo.
Si no pregúntale a Cli(...).
Hay días que me levanto envenenada y contagiosa
no lo puedo evitar;
otros en cambio puedo ser la pasajera perfecta.
Búscame en esos días
y talvez me puedas enseñar a jugar sin quebrar tu cajita musical,
ser una sombra desapercibida y decidir si te quiero hacer sonar en #Mi, o en un no tajante.
Empiesas con Fe...




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Olor a muerte: Relatos de Ana Venegas, (Su Ana)

I

¿Cuando se quebró no sé qué?

¿Quién no nos avisó que nuestro futuro se diluía?

¿Fue cuando ya no me dolía tu ausencia?

¿Cuándo tus cameos ya me parecían un juego entretenido?

¿O cuando me logré masturbar con la sombra de otro?

Fue un maravilloso orgasmo.

Entre el trabajo, los casos, y la cena, no he tenido tiempo de preparar un final dramático y cliché; no alcancé a llegar a la terminal, tomar un tren a cualquier lado (por ejemplo Jujuy), y lanzar un pañuelo perfumado al viento (por ejemplo, el azul marino con flores rojas, que me diste para los 25), para que lo recogieras y pensaras, o evidenciaras que perdiste algo.

Tal vez no seamos más que una isla de destino, y la teoría de las mitades y almas gemelas, realmente vaga un peso.

Quizás esto verdaderamente sea una casualidad: Que ese día haya perdido el Arsenal contra el Racing, y yo dejara de fumar, justo en frente del centro oncológico. ¿Lo recordás?

Con todo esto que nos amamos no hay que forzar las cosas.

¿Quién robó esa estrella que nos miraba, aquella noche perfecta?

Lo mataría con mis propias manos.

Cuando despierte y tengas otro sábado de turno, me sentiré como un ácaro en una cama gigante y recién lavada, pero cuando ponga los pies en nuestro suelo, pensaré que es el ciclo natural de la vida. Como tus muertos y sus aromas.

Nos amamos tanto, que al parecer nunca será suficiente.

Nos entendemos tan bien como la excusa al mentiroso.

Por eso sé que alejarnos, aunque tentativo, puede ser peligroso.


II


Me encantaba estar enamorada;

a pesar de los llantos, y escenas de buró:

Mirar por el micro nuestras ilusiones,

escuchar música y sentirla nuestra,

extrañarte hasta con angustia,

creer en mi alma gemela,

verte como un todo inabarcable …

Habían días que hasta me paraba frente a las vitrinas de recién nacidos, me tocaba estúpidamente la panza, y pasaba un par de horas, viendo los ajuares, tocando las cunas… ¿Y hoy? Sigo de largo hasta la tienda de discos, como antes de conocerte.

Pero siempre paso por la tienda de galletas, saco de tus favoritas (De limón con crema de limón), y parto a casa.

De todas formas te quiero tanto. Nos hemos agarrado tanto cariño. Y debo reconocer que no eres muy complicado, y me tenés paciencia. De una u otra manera estamos juntos en demasiadas calles -fuera de que sos mi marido-, pero ya no en mi cama, sino preguntále a tus muertas. ¿Quién te dejó en la tuya? ¿Fue el accidente el que nos habrá enfriado? No importa…

Sigo siendo la linda amiga de tu corazón.


III


Juro que mordí mi mano para no marcar,

pero aunque sea diestra marqué de todas formas.

Y aquella sombra me correspondió por primera vez.

No importa…

Sigo siendo la linda amiga de tu corazón.