sábado, 28 de noviembre de 2009

Te tengo pánico nostalgia.


Hoy tengo miedo de odiar lo que ayer amé, o de volver a amar eso que según yo ya dejé. De volver a verte y simplemente volver a caer. Hoy me tengo terror, al ver que detesto un poco todo lo que en el pasado toqué, y que siempre aparecen tus notas en mi piel. Ayer tuve pánico de perderte, pero más aún de seguir perdiéndome a mi misma. Mañana tendré pavor de seguir sola como hoy, y que tu sombra siga penando; que mi historia siga siendo tuya, o de nadie. Hoy tengo frío y lágrimas en los ojos, por que a pesar de haber puesto los pies en la tierra, aún mantengo mi cabeza en el agua, y mi alma en un cajón.
Ayer me asuste por un sueño, y pelié mil batallas perdidas de antemano, silenciadas por mi misma. Esos miedos debieron paralizarme, y evitar todo esto, pero corrí, los enfrenté, y de algunos huí como una rata envenenada. Ahora tengo espanto de sólo pensar que aunque ya estemos lejos, y la formula “distancia + tiempo” ya haya hecho lo suyo, que mis ojos no puedan volver a brillar por nadie. Haberme vuelto invisible a los ojos del corazón suave que espero, así como siempre lo fui para ti. Me paraliza que sigas siendo mi formula perfecta, -aunque ya no te quiera-, seguir sola y necesitar escuchar latidos fuertes, queriendo ocupar estos momentos hermosos que quiero crear, que están caducando en la alacena. Me paraliza creer, que no volveré a creer, y que nadie se inmutará por ello. Que estas ganas desaparezcan, y cuando llegue ese alguien sea yo quien no lo vea.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Bajo mi cama.

Entre el polvo, los sapos, y Juárez,
barrí bajo mi cama,
y aunque me pillé con tus malditas sonrisas,
no pude evitar sacarte y botarte a la basura,
y aunque sonreí al pillar las fotos rotas,
no pude evitar querer quemar la pieza.

Bajo mi cama estaban ese cerro de deseos,
ese hombre que yo espero,
un montón de pesadillas y sueños sin cumplir,
una mujer en reemplazo de la que escribe; por si otra vez me da por huir,
un sobre de palabras rotas; que pensé usar en un montón de ideas,
y ese par de huellas necias que marcaron pasos falsos alguna vez.

Bajo mi cama está Ness,
y por qué no también un pasajero de aquel tren.
Un abrazo calido y un beso que se seca;
por si alguien quiere ir por el.

Bajo mi cama,
me reencontré con tres cuentos incompletos,
una rumba de polvo,
una película de azar,
algunos de mis restos,
y una canción vieja que no quiero volver a ver.



domingo, 8 de noviembre de 2009

Bajo la cínica catedral.

Cruzamos la calle, ella se persignó, y tarde me percaté de la presencia aplastante de la catedral, sólo comparable con otra catedral, con su magno cinismo arquitectónico que me quería aplastar.

No me atreví a cuestionar su fe. Seguramente por que me causa envidia no persignarme ante los santos y tenerlos 24 horas para que escuchen mis rezos, perdones, y me ayuden a salvar mi vida. Escucho poco de lo que habla. En realidad me concentro en sus ojos y su boca. El corazón me llega a la garganta, me sudan las manos, sólo la miro, y me doy vuelta en su imagen.
Se ríe de los que se sientan en las bancas de la plaza de armas y les leen las cartas; mientras yo sólo pedía que alguien me diera un aliento de destino, de futuro, de certezas. Aunque fuese en 10 minutos, falsos y pagados.

Ella me pregunta por mi primer beso, que en realidad no recuerdo bien, pero que me causa risa, por que seguramente fue el beso torpe e inexperto de un mocoso; incapaz de escapar de su timidez (lo que hasta el día de hoy no ha cambiado mucho), que con una cerveza barata se creía un hombre, cuando en realidad se le enredaban los dedos para desarmar un simple sostén.

Suena su teléfono, se aparta, me mira de reojo, y habla más bajo. Confirmado: Tiene a otro.