sábado, 18 de febrero de 2012

Olor a muerte: Relatos de Ana Venegas, (Su Ana)

I

¿Cuando se quebró no sé qué?

¿Quién no nos avisó que nuestro futuro se diluía?

¿Fue cuando ya no me dolía tu ausencia?

¿Cuándo tus cameos ya me parecían un juego entretenido?

¿O cuando me logré masturbar con la sombra de otro?

Fue un maravilloso orgasmo.

Entre el trabajo, los casos, y la cena, no he tenido tiempo de preparar un final dramático y cliché; no alcancé a llegar a la terminal, tomar un tren a cualquier lado (por ejemplo Jujuy), y lanzar un pañuelo perfumado al viento (por ejemplo, el azul marino con flores rojas, que me diste para los 25), para que lo recogieras y pensaras, o evidenciaras que perdiste algo.

Tal vez no seamos más que una isla de destino, y la teoría de las mitades y almas gemelas, realmente vaga un peso.

Quizás esto verdaderamente sea una casualidad: Que ese día haya perdido el Arsenal contra el Racing, y yo dejara de fumar, justo en frente del centro oncológico. ¿Lo recordás?

Con todo esto que nos amamos no hay que forzar las cosas.

¿Quién robó esa estrella que nos miraba, aquella noche perfecta?

Lo mataría con mis propias manos.

Cuando despierte y tengas otro sábado de turno, me sentiré como un ácaro en una cama gigante y recién lavada, pero cuando ponga los pies en nuestro suelo, pensaré que es el ciclo natural de la vida. Como tus muertos y sus aromas.

Nos amamos tanto, que al parecer nunca será suficiente.

Nos entendemos tan bien como la excusa al mentiroso.

Por eso sé que alejarnos, aunque tentativo, puede ser peligroso.


II


Me encantaba estar enamorada;

a pesar de los llantos, y escenas de buró:

Mirar por el micro nuestras ilusiones,

escuchar música y sentirla nuestra,

extrañarte hasta con angustia,

creer en mi alma gemela,

verte como un todo inabarcable …

Habían días que hasta me paraba frente a las vitrinas de recién nacidos, me tocaba estúpidamente la panza, y pasaba un par de horas, viendo los ajuares, tocando las cunas… ¿Y hoy? Sigo de largo hasta la tienda de discos, como antes de conocerte.

Pero siempre paso por la tienda de galletas, saco de tus favoritas (De limón con crema de limón), y parto a casa.

De todas formas te quiero tanto. Nos hemos agarrado tanto cariño. Y debo reconocer que no eres muy complicado, y me tenés paciencia. De una u otra manera estamos juntos en demasiadas calles -fuera de que sos mi marido-, pero ya no en mi cama, sino preguntále a tus muertas. ¿Quién te dejó en la tuya? ¿Fue el accidente el que nos habrá enfriado? No importa…

Sigo siendo la linda amiga de tu corazón.


III


Juro que mordí mi mano para no marcar,

pero aunque sea diestra marqué de todas formas.

Y aquella sombra me correspondió por primera vez.

No importa…

Sigo siendo la linda amiga de tu corazón.

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