miércoles, 3 de febrero de 2010

Por esa bolsa de marrullerías.


Cuando tu halago es un insulto a mi inteligencia,
tú pasas a ser parte del diván;
entre la muñeca de trapo, y el soldadito de plomo.


Estando años luz de estar a mi lado, aunque estés encima.
Con un pase libre para salir sin algún resto de mí,
y con la marca en la cara del portazo que te dieron en “Mis sentimientos, y mis verdades”.


Tú con la sonrisa de quien jura jugar a ganador,
y yo con una risa molesta por esa bolsa de marrullerías barata.
¿Es la parte, en que el lobo se vuelve oveja?

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