Soy la mujer invisible.
Enserio, te lo juro. Siempre estoy ahí, al lado tuyo, preocupada constantemente de tu salud y de tus males, alegrándome con tus alegrías, penándote en los sueños, tomando tus manos, besando tu frente, abrasándote por la espalda, apoyándote en tus proyectos, y hasta sólo paseándome por gusto a tu lado, y botando de vez en vez algún jarrón.Pero tú no me ves, y ni me sientes.
El muy desconsiderado, siquiera miró antes de lanzarme el balde de agua sucia.
Bueno, en realidad no puedo pedir más, ya que soy la mujer invisible.
Por eso señores doy aviso de esta realidad insurrecta, y de mi drástica decisión: Lo siento, pero yo no te puedo cambiar, ni cambiar los hechos por más que daría mi vida por ello. Ya lo dije antes, soy la mujer invisible, no la mujer súper cambiadora.

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