Ring, ring…
Y mis soledades se hacen realidad,
tangibles y agotadoras como escalas de caracola.
Ring, ring…
Y tus aullidos no llegan a la luna,
pero rebotan en mi cabeza, dan vueltas y vueltas, hasta que grito y corto.
Sigue sonando el teléfono…
y me dan ganas de lanzar el pañuelo blanco,
rendir mi facha de estatua indómita a todos excepto a las aves,
y dejarme llevar en esta esquizofrenia que ha llegado a parecer tu odio.
Eso que tu llamas amor.
Después tomo aire, y recuerdo que las arañas simplemente no saben hablar por teléfono.
que cuando corto nerviosa, estoy al menos tres años más joven, y que me están esperando, no se quién, ni cómo, no sé si mi familia, un amigo, o un amor pasajero, y te prometo, te prometo estar mejor que ayer.
Ring, ring…
y te ruego que pares de llamar.
Me basta y sobra con aprender a esperar…
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