Cuando era una mujer vieja apostaba en ruletas masculinas
jugaba con mi cabello al costado de tu hombro
sonreía mirándote fijo y escapaba
sabiendo que llegarías y caerías una y otra vez.
Ayer que tejí como una araña mi propia camisa de fuerza
y enfrente al dolor -si es que a eso alguien alguna vez le quiso llamar dolor-
aprendí como en realidad Perseo nunca engaño a medusa.
Ahora que soy joven te miro a ti –casi extraño-
y me sonrojo, nos veo tomados de la mano en los paraderos
te beso de forma tímida, y mi pregunto si te gustó mi beso insulso e inexperto.
Hoy que además de ti dejé el cigarrillo
supe que para siempre era demasiado tiempo
que en el infierno hace mucho frío
y que no son lo único que debería dejar.
Ahora que soy un príncipe valiente, un guerrero romano
y voy a tomar el destino del mundo mi espada;
he comprendido por que esperé que tomaras mi mano.
Hoy que soy la viuda que ha florecido
y tu cadáver frío ya ha sido arratonado
me di cuenta de la diferencia: A ti no te va quedando más que marchitar y caer.
Ahora que soy un gran pastor con mis ovejas
y tengo la fe de tu boca en mi boca.
Hoy que soy todo lo que fui y más
me conformo con apoyarme en tu pecho
y creer que en este minuto donde el mío se apreta
sólo es el otoño botando hojas … como todo otoño.
En este minuto donde sin querer mis palabras quedan sueltas
quiero confesar la tormenta de mi risa:
jugaba con mi cabello al costado de tu hombro
sonreía mirándote fijo y escapaba
sabiendo que llegarías y caerías una y otra vez.
Ayer que tejí como una araña mi propia camisa de fuerza
y enfrente al dolor -si es que a eso alguien alguna vez le quiso llamar dolor-
aprendí como en realidad Perseo nunca engaño a medusa.
Ahora que soy joven te miro a ti –casi extraño-
y me sonrojo, nos veo tomados de la mano en los paraderos
te beso de forma tímida, y mi pregunto si te gustó mi beso insulso e inexperto.
Hoy que además de ti dejé el cigarrillo
supe que para siempre era demasiado tiempo
que en el infierno hace mucho frío
y que no son lo único que debería dejar.
Ahora que soy un príncipe valiente, un guerrero romano
y voy a tomar el destino del mundo mi espada;
he comprendido por que esperé que tomaras mi mano.
Hoy que soy la viuda que ha florecido
y tu cadáver frío ya ha sido arratonado
me di cuenta de la diferencia: A ti no te va quedando más que marchitar y caer.
Ahora que soy un gran pastor con mis ovejas
y tengo la fe de tu boca en mi boca.
Hoy que soy todo lo que fui y más
me conformo con apoyarme en tu pecho
y creer que en este minuto donde el mío se apreta
sólo es el otoño botando hojas … como todo otoño.
En este minuto donde sin querer mis palabras quedan sueltas
quiero confesar la tormenta de mi risa:
Cuando el amor nos gritó en nuestras narices que no era propio
yo me hice la sorda, y quedé completamente muda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario