Sin darme cuenta echaste esperanzas a mi café,
sin querer queriendo me embriagó tu cariño.
Y las huellas quedaron marcadas en la fibra nerviosa, en la piel de gallina, en el calor palpable.
Espero ser como la tinta engreída de un tatuaje, y que haya manchado tu piel con un flash back de sonrisas diarias.
Mi silencio es consecuencia obvia, es un mal no necesario.
Sólo espero al menos ser un fantasma en tus manos; más no pido. Aunque admito que me habría quedado eternamente en esos días y esa noche, donde me asaltó quien callado sólo miraba; quien antes de desnudar el cuerpo; desvistió la mente, el alma, las ganas, las debilidades, y la sonrisa verdadera.
Me podría acostumbrar rápidamente a un café tan dulce…
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