Lo que detesto de ti no son tus caricias, tus excusas, ni tus ausencias.
Lo que realmente detesto de ti, es tu increíble don de destruirme y construirme con excesiva facilidad.
Es el cómo adornas mis ojos con lágrimas y brillos a tu antojo.
Es como me dejas en un sobre, en un buzón sin remitente ni destino.
