viernes, 3 de abril de 2009

El problema.

Y el problema es que no se ha dado cuenta.
Sé que no se ha dado cuenta: Del parecido que ella tiene con sus propias cenizas.

Estoy segura que no se ha dado cuenta: Del torbellino de amor al que no se enfrenta, de esa voz que se apaga en ausencias y silencios, en ires y venires, en ese devenir perpetuo que puede significar vivir y no vivir a la vez.

Firmo de puño y letra ensangrentada que el no se ha dado cuenta; que no ha mirado a su lado, que no ha sido capaz de pensar más acá, que no han convenido ni el entendimiento ni el amor en la dicha ni en la historia del ser humano.
Que cada vez más esas cenizas se escapan de sus manos, se mimetizan con el viento, y vuelan sin más destino que un minuto eterno bañado en nostalgia.

Seguro no se ha dado cuenta, que ella de irse, no volverá jamás.

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